Hoy, 9 de noviembre, se conmemora un acontecimiento tremendamente triste y repugnante que dio inicio a uno de los capítulos más horrorosos de la historia alemana, la “Noche de los cristales rotos – Reichskristallnacht” que dio inicio a la persecución de los judíos en Alemania y a continuación en los países ocupados o aliados con el fin de exterminarlos. Son estos acontecimientos terribles que hay que conmemorar y guardarlos en la memoria colectiva con la finalidad de que algo tan horroroso no se pueda repetir nunca más. Como academia de inglés, alemán y francés en Santiago de Compostela y Bertamiráns sabemos muy bien cómo funciona la memoria. El aprendizaje funciona a base de repetición y en consecuencia lo que no se repite se olvida. Nuestro cerebro tiene que decidir continuamente qué es importante y qué no, para saber a qué información siempre debe de tener acceso y qué información puede olvidar. Esto no funciona así solo en el caso del aprendizaje de idiomas sino con los recuerdos en general. Y un suceso como la “Noche de los cristales rotos” no se debe olvidar nunca. Solo el recuerdo de algo tan horroroso y el conocimiento de las consecuencias que tuvo nos ayuda como sociedad a no correr el peligro de que algo así se repita. Y aunque haya gente que diga “Y por qué debo recordar algo que no fue mi culpa ya que no había nacido aún” o lo que también se suele oír de ciertas personas, que “no se debe hablar tanto de los muertos sino de los vivos” que es nada más que animar al olvido, solo se le puede contestar que hay algo que se puede llamar una responsabilidad histórica. Simplemente por tener en este caso un pasaporte alemán y haberse criado en este país se tiene esta responsabilidad histórica igual que la tienen los españoles con las atrocidades que se cometieron durante la Guerra Civil y la Dictadura de Franco. Y ya que vivimos en una Europa unificada son todos los habitantes de esta Comunidad Europea que deberíamos sentir esta responsabilidad histórica y colectiva que nos obliga a recordar – aunque el recuerdo sea doloroso – para que estas atrocidades no se puedan repetir nunca más.